La cabaña solitaria.

 Era la mañana fresca y con la alegría del nuevo día, el bosque te invitaba a internarte en el.

Los pinos y los abetos dejaban caer gotas de lluvia, y refrescaban tu cara todavía somnolienta, Había flores campestres por doquier y en la hierba variedad de pintorescos y diferentes hongos, comestibles y venenosos, y así me deje llevar por senderos del bosque.

Alla a lo lejos había una pequeña y solitaria cabaña y llegue a su puerta que estaba entreabierta, y curiosamente me atreví a entrar.

Había dentro un perro que me observaba y me detuve frente a el y el amigablemente movió sus orejas y su rabo y se me acerco y acaricie su lomo y su cabeza e hicimos buena amistad.

Disponiéndose a salir me miraba y me invitaba a seguirlo, y yo con un poco de cautela camine tras de el.

Y seguimos el camino hasta que llegamos a un arroyo de agua clara y entonces se acerco a la orilla y bebió agua hasta saciar su sed y continuamos nuestro paseo por el bosque.

En lo alto de los pinos, se escuchaba el trino de hermosos pájaros que cantaban sin cesar, y felices volaban de un árbol a otro y le contaban a bosque a la llanura y a toda naturaleza viviente que los rodeaba, así pase mucho tiempo disfrutando y meditando.

Cuando termine ya cansada  decidí regresar y disfrutar de un desayuno en el cual invite a mi amigo el perro guardián que me acompaño hasta la cabaña en donde me hospedaba y se me acerco y comió un poco de pan y leche, volviéndose a la puerta, al salir, me miro, se alejo y se perdió en la maleza.

Son bonitas y agradables experiencias en la vida.